El mantenimiento de calderas es una de las acciones que más influyen a la hora de reducir la factura de gas. Pero no es la única práctica que podemos llevar a cabo.
1. Comprobar que la temperatura es la adecuada en cada zona de la vivienda. Lo ideal es que la temperatura de casa no sea mayor de 19-21 grados y que en el dormitorio no supere los 18-20 grados.
2. Válvulas termostáticas. En la actualidad, existen modelos electrónicos avanzados que permiten conseguir una temperatura a una hora determinada, adaptando la calefacción al propio estilo de vida de los usuarios.
3. Usar la tecnología. Existen en el mercado dispositivos que permiten el control de la calefacción desde el smartphone.
4. Pagar solo por aquello que se consume. Pagar por la utilización real de la calefacción es el primer paso hacia la eficiencia energética.
5. Eliminar las pérdidas. A través de ventanas y puertas se escapa una gran cantidad de calor, por lo que está bien saber que para ventilar la casa bastan unos 10 minutos. Alrededor del 75% del calor producido en el ambiente doméstico se pierde por paredes, puertas, ventanas y techos aislados incorrectamente.
6. Programar horarios inteligentes de encendido de la calefacción. En las instalaciones individuales es posible regular la temperatura del ambiente a través de un termostato que enciende y apaga automáticamente la caldera en base a la temperatura elegida o a los grados deseados programados a horarios predeterminados.
7. Un correcto mantenimiento. La limpieza y el control de los sistemas de calefacción deben hacerse al menos una vez al año. Una caldera no eficiente aumenta el consumo de gas hasta un 30%.
10. No cubrir los radiadores. Taparlos supone una barrera para la eficiencia energética, por lo que será mejor decorar otras zonas de la casa.